¡Facebook, cabrón!

Facebook es, entre otras muchas cosas, un gran cabrón. Los algoritmos, que no hace tanto parecían un curioso e incluso atractivo 'tema de ciencias', se nos aparecen hoy en día como si fuesen una combinación de James Stewart en La Ventana Indiscreta, Gene Hackman en La Conversación y Alien en... Alien, sin olvidar el tufo no solo intimidatorio sino también altamente destructivo de la SD nazi, la Stasi de la DDR, el Mossad israelí o la CIA de los USA, que a fin de cuentas son todos colegas. Una colaboración de los algoritmos del Facebook y de Google pueden matar hoy más que las bombas atómicas de los americanos en Japón, que por cierto ahora se quejan de las que tienen los demás al lado de donde usaron las suyas. Pero ésta es otra historia.

De todos modos hoy no estoy para muertes. De hecho no estoy para mucho y me siento un poco pequeña, clase baja, mujer, bicicleta. Pero ésta también es otra historia. ¡Que me enrollo por las ramas y me voy como una persiana!

La cuestión es que con los móviles y los algoritmos, los espías de siempre sobran. Queda transparente y científicamente demostrado cuando recibimos esas espontáneas sugerencias de 'comenta qué tal estuvo la comida' cuando aún estás por el postre, 'sube una foto de la estatua que estás viendo' cuando paseas por una ciudad que no es la tuya, o 'te queda media hora para embarcar' justo antes de coger un vuelo (por cierto, Google, si avisas con poco más de media hora de antelación y el viajero aún no está en el aeropuerto, mal lo lleva).

Espiados estamos espiados, no hay duda. Y tampoco lo llevo tan mal. Ante un brote de ansiedad por manía persecutoria (no es tal 'manía' pues está fundamentada) me basta con olvidarme el móvil apagado en casa durante un tiempo o no acercarme a menos de 3 links del Facebook ni usar Google una temporada*. El resto de veces me hace hasta gracia y divago sobre el famoso algoritmo con sus conexiones e interpretaciones. Con su cruce de datos y su tratamiento del big data imagino que los capos del algoritmo son sociólogos y sicólogos que añaden una potencia aquí, un logaritmo allá para sacar más jugo a nuestros datos y definir con más precisión el funcionamiento de la colmena. No problem. Si hace 120 años ya cantaban eso de 'Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad', imagínate en estos días. Somos xxxxxxx (pon aquí la palabra que quieras: 'hijas', 'esclavas', 'fruto'...) de nuestro tiempo y esto es lo que hay.

Ahora, a lo que iba desde el principio: que se enteren de cuál es la persona que te gusta aunque intente darles el mínimo número de pistas y no visitar su perfil más que la primera vez, llega a parecerme excesivo. Tanto en asalto a la intimidad como en arrogancia. Y aún peor (y por eso lo de llamarles cabrones nada más empezar, en el título) que te muestren enlaces a su perfil cada 2 por 3, te cuenten todo lo que le gusta, de quién se hace amiga, los eventos a los que piensa asistir... siempre acompañando su foto entre post y post, como para que piques... eso ya me parece de una maldad depravada.

Así que mejor no hablamos de cuando esa persona que te gusta pone un corazoncito en algo que has escrito (que quiere decir que le gusta lo que has subido, no que te quiera revolcarse contigo toda la noche y compartir el resto de la eternidad, ¡pardilla!). Ahí va la red social de los infiernos y te restriega día sí y día también el preciado y esperanzador órgano sanguíneo que realmente se parece más a un palo de la baraja, paradigma de los juegos de azar. Ellos no funcionan por azar, desde luego, y además de espías vendidos al poder, ¡hay que ver la mala leche que tienen!

* Para los que se toman la literatura como si fuera ciencia: se puede navegar con menos control y vigilancia en Internet, con un mayor grado de anonimato que el habitual, pero desde luego no con las medidas que indico.
Nota 2: esta publicación tiene mucho más sentido publicada directamente en Facebook, cómo no.

Opinión: 
De momento, nada.
Artículo
Castellano
26 de Agosto de 2018

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